Ayer escuché varias acusaciones hacia la posición anti abortista y, entre la impotencia de no poder discutir con un televisor y la bronca por los oligofrénicos, fáciles, rapidos y vulgares comentarios, decidí volcar mi erupción hacia el papel.Algunos de los cuestionamientos fueron los siguientes:

* "Ya que tantos católicos promueven la opción de la adopción ¿Por qué no se ponen a adoptar a los chicos que se desean abortar?"
No creo que la función de la Iglesia sea la de ser la guardería de los caprichos sexuales o sus consecuencias no planeadas, sino que ella desea transmitir que ahi hay alguien que vive y siente. El hecho de que no lo veamos, no quiere decir que no VIVA. Si nos guiamos por lo que vemos o no, no existirían las células, los átomos, las bacterias...
* "Hay dos posiciones: la de la Iglesia y la que no es de la Iglesia"
Este planteo maniqueísta, es más corto de vista de lo que parece. Hay que informarse más. Organizaciones no-católicas tambien se oponen al aborto. No se trata de ser cristiano o no, se trata de SER PERSONA.
* "Ya que tanto se preocupan por los nenes que no nacieron, por qué no se preocupan por los que no comen y son pobres"
Cáritas, los comedores parroquiales y los cuestionamientos al gobierno por la desigualdad (disculpen la expresión) ¡DE DONDE CARAJO VIENEN!

Cuanta miopía hay en el mundo. Si nos guiamos por lo que vemos, no vemos nada. Hay algo más allá de mí, solo es cuestión de querer buscarlo o de querer conocer algo más que mi petrificada posición.
Todo esto lleva al planteo: ¿Qué es vivir?
Caminar, sentir, existir, ser, respirar, latir del corazon, funciones cerebrales, pensar, verme-vivo al espejo... ¿Solo esto?
Dejen de hablar de violaciones y empecemos a hablar de la vida. Por qué no llaman a los programas a cintíficos y psicoanalistas para explicar cuando comienza la vida, o si ese embrión puede sentir, o si hay actividad cardíaca en él. Son temas que me interesan y no se hablan.

Para finalizar, voy a citar una escena de una película de Takeshi Kitano llamada "Zatoichi". Trata de un samurai que se hace pasar por ciego porque esa es la única forma que tiene para conocer las cosas realmente como son, puesto que los sentidos siempre lo engañaron. Cuando intenta andar con los ojos abiertos, en sus primeros pasos tropieza y antes de caer, reflexiona para sí: "Me dí cuenta de que, al abrir los ojos, no veía nada".